Caravaca Jubilar

La influencia de la orden de los templarios en Caravaca de la Cruz

Escrito por Turismo de la Región de Murcia | 2/10/24 7:30

Caravaca de la Cruz es una ciudad cuyo pasado está profundamente ligado a la Orden del Temple, también conocida como los Caballeros Templarios. Esta orden militar-religiosa jugó un papel clave en diferentes aspectos de la ciudad, como en la defensa del Reino de Murcia durante la reconquista cristiana y en dejar un legado espiritual y arquitectónico que sigue siendo parte del patrimonio cultural de la ciudad. 

El siglo XIII fue una época decisiva para la reconquista cristiana de la Península Ibérica. Tras la conquista del Reino de Murcia por Alfonso X “El Sabio” en 1243, se hizo necesario asegurar las nuevas tierras frente a las incursiones musulmanas desde el Reino de Granada. En 1266, Alfonso X entregó la ciudad de Caravaca de la Cruz a la Orden del Temple, confiando en su capacidad para defender esta estratégica zona fronteriza y repoblarla con nuevos colonos cristianos. La misión de los Templarios en Caravaca era tanto militar como religiosa, ya que, además de proteger la frontera, se les encomendó la custodia de la famosa reliquia de la Vera Cruz, que jugaría un papel crucial en la identidad de la ciudad.

Foto de Enrique Vidal Flores en Unsplash

Uno de los primeros actos de los Templarios fue tomar el control del castillo de Caravaca, que se alzaba en un lugar estratégico con vistas a la ciudad. Este castillo, de origen islámico, fue ampliado y fortificado por los Caballeros Templarios para proteger a la población de las constantes incursiones musulmanas desde Granada. El castillo se convirtió en el núcleo de la defensa militar de la región y en un símbolo de poder y autoridad templaria. Desde sus muros, los Templarios vigilaban la frontera y garantizaban la seguridad de la reliquia de la Vera Cruz, que ya comenzaba a atraer a peregrinos devotos.

La Vera Cruz es uno de los símbolos más importantes de Caravaca de la Cruz, y la leyenda cuenta que fue traída milagrosamente a la ciudad en el siglo XIII. Los Templarios asumieron la responsabilidad de proteger esta reliquia, que se creía que contenía un fragmento de la cruz donde Jesucristo fue crucificado. A lo largo de los siglos, la reliquia se consolidó como un emblema de la Fe, y sigue siendo objeto de veneración, especialmente durante las Fiestas de la Vera Cruz que se celebran cada año en mayo.

Pero como hemos comentado antes, la presencia de los Templarios en Caravaca no se limitó a la defensa militar, sino que también desempeñaron un papel fundamental en la organización de la economía y la vida diaria de la villa. Establecieron sistemas de censos y tributos que permitieron el mantenimiento de las guarniciones y las infraestructuras de defensa. Los habitantes de Caravaca pagaban a los Templarios en especie, con productos como trigo, cebada o vino, y también con monedas de plata. Estos ingresos permitieron que la Orden se mantuviera y que la población prosperara bajo su control. La influencia de los Templarios se extendía a la repoblación de la región, atrayendo a nuevos habitantes que buscaban la protección templaria y las oportunidades económicas que ofrecía la frontera.

Un vestigio que se asocia con la presencia templaria en Caravaca es el Torreón de los Templarios, ubicado en el paraje natural de Las Fuentes del Marqués. Se dice que esta torre fue construida por los Templarios con fines defensivos, aprovechando la importancia estratégica de este enclave, donde manaban fuentes que abastecían de agua a la villa como las rutas de acceso desde el Reino de Granada. Arquitectónicamente, es una torre de planta cuadrada construida en mampostería, una estructura típica de las fortificaciones templarias, diseñada más para la defensa práctica que para el adorno. Sin embargo, como no existe evidencia clara de que la torre fuera construida por ellos,  su construcción se atribuye oficialmente a un periodo posterior, al siglo XVII, cuando ejercía como hacienda agrícola y ganadera.


El destino de la Orden del Temple cambió drásticamente a principios del siglo XIV. En 1312, el Papa Clemente V, bajo la presión del rey francés Felipe IV, emitió la bula Vox in excelso, que disolvió oficialmente la Orden del Temple. Los Templarios fueron acusados de herejía y otros crímenes, lo que resultó en la confiscación de sus bienes y la disolución de la orden en toda Europa (aunque más tarde, en 2007, el Vaticano absolvió públicamente a los “Pobres caballeros de Cristo”, restituyendo su honor). En Caravaca, esta decisión supuso el fin de la presencia templaria, y sus propiedades, incluido el castillo, fueron transferidas a la Orden de Santiago. Pero este proceso no fue inmediato; de hecho, la transferencia formal del castillo de Caravaca a la Orden de Santiago no se completó hasta 1332.

A pesar de la disolución de los Templarios, su legado en Caravaca permaneció. La fortificación del castillo y la custodia de la Vera Cruz dejaron una profunda huella en la historia de la ciudad. La influencia de los Templarios también persiste en la cultura popular y en las tradiciones locales, y su relación con la Vera Cruz sigue siendo un tema de interés histórico y espiritual.